En el último programa hicimos un recorrido por la obra de Ariel Magnus, un escritor argentino que viene publicando libros con un ritmo sostenido desde hace más o menos una década. A Sin Lugar Para Los Débiles le gusta mucho porque demuestra que no es necesario ser un snob careta ni un intelectual de gesto reconcentrado para hacer buena literatura.
Magnus, quien cobró cierta notoriedad con su novela Un chino en bicicleta
(Editorial Norma, 2007; ganadora del premio La Otra Orilla) tiene
varias habilidades, entre las que se encuentra (y le agradecemos)
escaparle al "costumbrismo" que inunda la literatura argentina actual
(con sanas excepciones). Además conjuga historias alucinantes con un
humor fresco y juguetón, cuyas patas más importantes son las situaciones
absurdas y los juegos de palabras. Esto se ve en casi todos sus libros,
pero sobre todo en Sandra (todavía se consigue en algunas librerías de saldo de la Avenida Corrientes). Por eso pueden agarrar casi cualquiera (Ganar es de perdedores, Cartas a mi vecina de arriba, Muñecas, Doble crimen) y pasarla realmente muy, muy bien.
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